lunes, 22 de octubre de 2012

¿CÓMO ENTRÓ PORTUGAL EN LA MONARQUÍA HISPÁNICA EN 1580?

           A mediados del siglo XII, Portugal se independizó del reino de León y un siglo más tarde, con la toma de Faro, concluyó su etapa de reconquista

Tras la muerte en la batalla de Alcazarquivir en 1578 de Sebastián I de Portugal y de su sucesor, el cardenal Enrique I El Casto en 1580, se produjo una crisis sucesoria.

 Los aspirantes al trono eran:

- Ranuccio I Farnesio, que tenía 11 años, nieto de Enrique I, pero su padre Alejandro Farnesio no supo, o no quiso, esgrimir adecuadamente los derechos de su hijo al trono por no indisponerse con Felipe II, del que era aliado y vasallo.
- Catalina, duquesa de Braganza, casada con Juan I, también heredero de Manuel I. Pero su punto débil era su condición femenina y Portugal aún no había tenido ninguna mujer que fuera reina.
- Antonio I de Portugal, hijo ilegítimo de Luis de Avis, nieto de Manuel I. Al ser ilegítimo quedaba descartado.
- Y, finalmente, Felipe II de España.


Felipe II

             Cuenta el historiador Fernando Bouza, que la emperatriz Isabel de Portugal, esposa de Carlos I de España y V de Alemania, cuando estaba embarazada de Felipe, reveló que había soñado que era un mapamundi lo que se movía en su seno. Veamos pues, como se cumplió este sueño premonitorio.
            Ya a finales de los años 70 del siglo XVI, se publicaron numerosos textos en los que se hablaba de la posibilidad de que Felipe II acabara por convertirse en rey de Portugal. Así tenemos el Tratado del Diálogo Llamado Filipino del licenciado Lorenzo de San Pedro en el que se incluyen dos imágenes que lo atestiguan.

            Felipe II supo servirse para apoyar su causa de lo que hoy denominaríamos propaganda. Ordenó buscar en los archivos históricos los títulos que avalaran su derecho al trono. Prueba de ello es que Diego de Ayala, archivero del archivo de Simancas, intentó responder “a la gran furia con la que el rey pedía copia de capitulaciones con Portugal con la pretensión de contrarrestar aquellos testimonios que pudiesen presentarse en favor del derecho de elección popular mediante la aportación de pruebas de que Portugal se había desgajado ilegítimamente de la herencia de Castilla”.

             El proceso negociador con los estamentos portugueses se hizo sobre la base de una antigua escritura localizada en un archivo, el de la cámara municipal de Lisboa. Se trataba de los artículos de Lisboa de 1499 que Manuel I, cuando pensó heredar España, había concedido como garantía y paso previo al juramento que las Cortes de Lisboa de ese año prestaron a su hijo el príncipe Miguel, por entonces heredero jurado de Aragón y de Castilla. Los artículos de 1499 fueron incorporados a las propuestas de los embajadores del rey católico ante Enrique I y las Cortes de Almerín y más tarde compondrían la espina dorsal del estatuto de Tomar de 1581: documento de gracias y mercedes por el que habría de regirse la entrada de Portugal en la monarquía de los Austrias y documento que se reveló absolutamente necesario para lograr el reconocimiento de Felipe II.

Felipe II también utilizó la tipografía y difundió sus alegaciones por toda Eu­ropa, especialmente en Castilla y Portugal. Instaló una a imprenta de frontera en Portugal, y proclamó un perdón general a los portugueses que lo reconocieran como su legítimo rey, abandonando a Antonio I.
Felipe II de España, descendiente de Manuel I el Afortunado, tenía la desventaja de ser un rey extranjero, aunque su madre fuera portuguesa. Ante la oposición de ciertos sectores portugueses, Felipe II decidió ocupar militarmente el país poniendo al mando de sus tropas al Duque de Alba.
El Secretario de Estado, cardenal Granvel, no era partidario de extender los dominios hacia Portugal, ya que entendía que la única estrategia debía dirigirse contra Francia. En la corte se criticaba la ocupación de Portugal y el papel del Duque de Alba.

            Por otra parte, el infante don Antonio se había autoproclamado rey en Santarem, pero sus tropas fueron vencidas en 1580 en la Batalla de Alcántara, siendo Felipe II reconocido como rey de Portugal en 1581, con el nombre de Felipe I de Portugal y reconocido oficialmente por las Cortes de Tomar, a cambio de que los territorios portugueses y sus colonias mantuvieran sus propias Cortes, derechos y privilegios, sin ser anexionadas a Castilla. Así se produjo una unión dinástica aeque principaliter entre los distintos reinos hispánicos que terminaría con la guerra de separación de Portugal en 1640.

            La unión de Portugal permitió que los grandes imperios ultramarinos de las dos potencias se unieran bajo el mismo rey. Frente al imperio español estaban Francia, el Imperio otomano, Inglaterra y Flandes.





            La incorporación de la corona de Portugal a la monarquía de Felipe II fue:
            1º.- La culminación de la mo­narquía hispánica que tenía sus orígenes en la política matrimonial diseñada por los Reyes Católicos.
            2º.- El presupuesto estratégico de una nueva política más agresiva.
            3º.- Un hecho que dotaría de una dimensión universal a la empresa real.
            Sin embargo, Américo Castro en España en su historia. Cristianos, moros y judíos habla de que los españoles no amban al rey Felipe, ya que se oponían, entre otras cuestiones, a su política fiscal. A esto se unió el desastre de la Armada Invencible.


            Por otro lado, en Portugal el clima político tampoco era favorable a la monarquía hispana. Para contrarrestar esto, el intelectual Juan Caramuel Lobkowitz publicó en 1639 Felipe el Prudente, en donde pretendía demostrar la legitimidad de los derechos de Felipe II argumentando que era heredero directo de los reyes de León, que Portugal se había independizado ilegalmente al haberse rebelado ilegítimamente Alfonso Enríquez de su señor Alfonso VII y que las Cortes de Lamego se reunieron contra la legalidad vigente. En cuanto al reconocimiento papal de la independencia portuguesa en el siglo XII, Caramuel alega que Alfonso Enríquez fue un rey pontificio pero no secular, y que no cumplió la obligación de acudir a las cortes de León.
            A pesar de estos alegatos, la unión con Portugal terminó en 1640, cuando se proclama rey al octavo duque de Bragança, Juan IV.


           Referencias bibliográficas

Bouzá Álvarez, Fernando. Tesis Portugal en la Monarquía Hispánica, 1580-1640. Felipe II, las cortes de Tomar y la génesis del Portugal Católico, Madrid, Editorial Complutense, 2 vols., 1987.
---“De las alteraciones de Beja (1593) a la revuelta lisboeta Dos Ingleses (1596). Lucha política en el último Portugal del primer Felipe” Stud, hist., Hª mod., 17, 1997, pp. 91-120

Castro, Américo en España en su historia. Cristianos, moros y judíos. Barcelona: Crítica, 2001.


Domínguez Ortiz, Antonio: “Un testimonio de protesta social a fines del reinado de Felipe II”; Homenaje a Pedro Sainz Rodríguez. III. Estudios Históricos. Madrid, Fundación Universitaria Española, 1986, pp. 219-22.


Labrador Arroyo, Félix La Casa Real en Portugal (1580-1621), Madrid: Polifemo, 2009.

AUTOR: SERGIO CARAZO

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